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Sombras Atávicas

Video de Pablo Bielli







Sombras Atávicas - Museo Zorrilla, Montevideo

Fotos: Pablo Bielli

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Una feroz alegría que a veces compartimos

En 1929 Virginia Woolf reflexionaba en su ensayo “Las mujeres y la ficción” sobre el lugar que se le daba a la producción de las mujeres: “La respuesta está encerrada en viejos diarios, escondida en antiguos cajones, medio eliminada en las memorias de las mayores. Se encuentra en las vidas de la oscuridad, en aquellos pasillos de la historia casi sin iluminación, donde las figuras de generaciones de mujeres son apenas percibidas.” Casi un siglo después la artista Nora Kimelman genera una dramaturgia visual íntima, donde partiendo de sombras atávicas nos lleva a un espacio luminoso de la memoria activa, aquella memoria que se abre camino a lo que uno recuerda, haciendo un recorrido por miles de páginas, corriendo en silencio, entendiendo lo esencial para seguir avanzando, acercándose a su propia historia de vida. Que luego se concreta en un universo posible, una narrativa sobre NOSOTRAS.

Evidencias
Lo que es dado de forma consciente o inconsciente, nos referimos al legado, recibido más allá de ser aceptado. Todo lo que construye nuestras imágenes, el sentido de pertenencia y referencia a nuestra propia genealogía. Es allí en esa trama en donde la artista pone manos a la obra. Literalmente levanta una copa antigua rota, que perteneció a su familia, la información que vuelca evidencias se encuentra en la presencia de su abuela de origen judío quien fue un pilar en su vida.
Durante la pandemia y a través de su investigación puertas adentro, de ese lugar privado en diálogo consigo misma y con su mundo de objetos, casi como una gran alegoría en donde cada pieza cobra el sentido exacto, la artista logra el ensamblaje esencial de cada una de las mujeres que hace eco en esta exhibición. La narrativa visual, no exenta de una poética removedora y de un mensaje que denuncia la atrocidad que viven las mujeres en el siglo XXI.
Esto se plasma en ocho obras de gran porte, cuyas capas de telas van habitando el cuerpo de dos mujeres musulmanas a las que la artista da expresión a sus rostros y las llama: “Yasmin y Monireh”, lo atávico comienza a aparecer en diferentes credos, mujeres judías, católicas, son las culturas a las que inviste también la artista y nombra con sencillez impoluta, “Mahsa”, “Mujer Capa”, “Aguerrida”, en cada una un homenaje confeccionado.

Guantes de boxeo
En muchas obras se distinguen los guantes de boxeo que Kimelman toma como símbolo de defensa, e inviste a estas mujeres compartiendo ese elemento. Este objeto se vincula con que la artista debía acompañar junto a su hermano, a su padre a presenciar las peleas de boxeo, que se llevaban a cabo en la
Asociación Cristiana de Jóvenes. Este hecho que la marcó por el grado de violencia y porque desde muy joven se contrapuso a las imposiciones patriarcales, es traído al presente y procesado en este largo trabajo que lleva a cabo. Con su capacidad visual y analítica, sobre la situación actual de las mujeres, Kimelman remarca que nuestra historia actual como Nación padece permanentes femicidios, y lo afirma en trazo, en cada obra, desde su posición como artista, defensora de los derechos humanos frente al estado de vulnerabilidad en el que se encuentran expuestas las mujeres que mueren mes a mes en Uruguay, hecho que se replica en todas partes del mundo.
Y allí la creadora se pregunta acerca de cómo liberar esta narrativa que se impone como naturalizada, de que formas las artistas podemos cambiar profundamente el sentido de la vulnerabilidad y la invisibilización que pasa por nuestros cuerpos.
También se centra en lo instituido sobre la figura de la mujer, aquello que le es dado como la que recibe el daño de manera natural, la que en cada religión o frente político lidera con la necesidad de ser más fuerte, más inteligente, para poder ser. Y enfrenta al que victimario de forma singular, en medio de la sala penden ocho sacos de boxeo de gran escala y bajo peso, esa liviandad aparente esta sostenida radicalmente por las imágenes de mujeres que en un universo potente y ecléctico son presencia, reclaman su lugar en el mundo y el de su comunidad. Para enfrentarse a estos sacos de boxeo hay que detenerse, contemplar por un minuto las texturas, que capa a capa forman una identidad precisa, son rasgos de mujeres que enuncian una posición, un discurso, un habitar.
De este espacio singular, en donde la escala humana se personifica en cada uno de estos exquisitos ensamblajes, cada mirada ejerce una zona de interpelación, cada mujer en sus ojos mantiene vivo un mensaje, hacer luz sobre un tema, narrar su disidencia, legar sus guantes de boxeo para que otras generaciones ya no necesiten resistir y sea un objeto que nos vincule con la memoria activa.

La artista
En la intimidad de esta muestra, los objetos del acopio cobran fuerza, un “bombachudo” con el que hizo gimnasia en su juventud se convierte en vestidura que marca otra evidencia, la mujer y el ser artista, la evidencia de un tiempo en el que se encuentra en plena batalla por nuestros derechos como artistas visuales, los guantes de boxeo son un elemento fundamental en esta muestra.
La obra de Nora Kimelman in totum, nos propone celebrar las humanidades, celebrarnos en todas nuestras dimensiones como mujeres, siguiendo a Judith Butler, hacer que nuestras herramientas, nuestro arte, nuestra ciencia y todos aquellos lugares en los que operemos, se conviertan en humanidades posibles para liberar hegemonías, miedos y cualquier otro acto, para sin miedo avanzar sobre nuevas concepciones de existencia. Hay una obra particular que es iniciática y que se presenta hacia el final de este amplio recorrido de ensamblajes potentes, de cuerpos al borde.
Es la instalación que emplaza Kimelman de un antiguo sillón hamaca, que era de su abuela, de la parte inferior penden extensas ramas que quieren ser raíces y la pieza de estilo se eleva por sobre ellas, como si tomara vuelo frente a todo reclamo patriarcal, son la certeza de que podremos seguir construyendo sobre aquello que nos muestre el camino.
De esta forma la artista abre su intimidad, su legado, su acopio como testimonio de vida. En palabras de Judith Butler: "unidas en y al ámbito de lo viviente, todas obligadas a salvaguardar y a procurarnos una vida común en la tierra; obligadas a afirmar la no violencia aun cuando nos debatamos con una ira justificable. Esto supone, tal vez, una necesidad, incluso, en el mejor de los casos, una feroz alegría que a veces compartimos.”

Jacqueline Lacasa
Curadora







Links de Prensa


Sombras Atávicas - mediospublicos.uy - programa Espíritu Libre

Sombras Atávicas - Museo Zorrilla - mediospublicos.uy - programa Efecto Mariposa

cooltivarte.com - Nora Kimelman, Atávicas II. Museo Colección García Uriburu, Maldonado, junio 2024.

Youtube - Sombras Atávicas - de Fogón en Fogón